Han pasado más de veinte años desde que diecisiete personas se reunieron en las montañas de Utah (Estados Unidos) y escribieron un texto que cambiaría la forma en la que trabajamos.
El Manifiesto por el Desarrollo Ágil de Software, publicado en 2001, marcó un antes y un después. Con solo cuatro valores y doce principios, se convirtió en un punto de inflexión para equipos, organizaciones y, con el tiempo, incluso para sectores fuera del software.
Pero hoy, en pleno 2025, la pregunta resuena cada vez más: ¿sigue siendo suficiente el Manifiesto Ágil tal como se escribió, o ha llegado el momento de actualizarlo?
Lo que permanece
Si algo ha demostrado el Manifiesto Ágil es su capacidad para resistir el paso del tiempo. Los valores que propone, individuos e interacciones sobre procesos y herramientas, software funcionando sobre documentación exhaustiva, colaboración con el cliente sobre negociación contractual y respuesta ante el cambio sobre seguir un plan, siguen siendo profundamente humanos.
No hablan de metodologías ni de frameworks. No se anclan en modas tecnológicas. Hablan de relaciones, propósito y adaptabilidad. Y esas tres cosas siguen siendo igual de necesarias hoy que hace dos décadas.
De hecho, muchos argumentan que su fortaleza radica precisamente en su simplicidad: un marco ético más que técnico, que deja espacio para la interpretación y la evolución natural de la práctica.
En un mundo que a menudo busca fórmulas cerradas, el Manifiesto sigue recordándonos que la agilidad no es un proceso, sino una mentalidad.
Lo que ha cambiado
Sin embargo, el contexto ya no es el mismo. En 2001, los equipos de desarrollo trabajaban en ciclos más largos, con estructuras jerárquicas más rígidas y una tecnología menos integrada en la vida cotidiana.
Hoy, la realidad es distinta: organizaciones distribuidas, trabajo híbrido, inteligencia artificial, automatización, sostenibilidad, diversidad e inclusión, impacto social.
El entorno ha cambiado, y con él, los desafíos que enfrentan los equipos. Algunas voces sostienen que el lenguaje del Manifiesto, centrado explícitamente en el software, limita su alcance en un mundo donde la agilidad se aplica ya a sectores tan variados como la educación, la sanidad, el diseño o la administración pública. Otras voces consideran que faltan temas relevantes para el presente:
- la importancia de la diversidad y la seguridad psicológica en los equipos,
- la sostenibilidad y el impacto ético de lo que creamos,
- el equilibrio entre automatización y humanidad,
- o la necesidad de proteger el bienestar de las personas en entornos de cambio constante.
No se trata de invalidar los valores originales, sino de reconocer que el contexto en el que se aplican se ha expandido. Y que quizá el cómo los interpretamos deba evolucionar para seguir siendo fieles al espíritu que los inspiró.
¿Actualizar o reinterpretar?
Aquí surge el verdadero debate. ¿Actualizar significa reescribir el Manifiesto? ¿O reinterpretarlo desde el presente?
Algunos defienden la idea de un “Manifiesto Ágil 2.0” que incorpore explícitamente los nuevos retos y lenguajes de nuestro tiempo. Otros, en cambio, prefieren mantener intacto el texto original como una brújula fundamental y trabajar en nuevos marcos complementarios, como Modern Agile, Heart of Agile o el Manifiesto de la Agilidad Empresarial, que sirvan de reinterpretaciones sin reemplazarlo.
También hay quienes advierten del riesgo de diluir su esencia: cuantos más añadidos y matices se introduzcan, más se corre el peligro de convertirlo en algo rígido o institucionalizado, justo lo contrario de lo que buscaba.
La pregunta, entonces, podría no ser tanto si debemos cambiar el Manifiesto, sino si seguimos viviendo sus valores con la suficiente profundidad. Porque quizás el desafío no está en escribir nuevas palabras, sino en practicar mejor las que ya tenemos.
Una mirada colectiva
En la comunidad ágil global, el debate está abierto. Hay congresos, publicaciones y conversaciones donde se explora si necesitamos evolucionar el lenguaje del Manifiesto, o si basta con revisitarlo desde la práctica moderna.
Desde Agile Spain, no pretendemos ofrecer una respuesta cerrada. Creemos que este tipo de reflexiones son una oportunidad para cuestionarnos con honestidad cómo está evolucionando la agilidad en nuestro entorno y qué significa hoy ser ágil más allá del marco o la certificación.
El mundo cambia, las personas cambian y las organizaciones también. Tal vez la verdadera actualización no esté en un nuevo documento, sino en la forma en que cada equipo, comunidad o empresa decide vivir los valores del original en su propio contexto.
Para seguir pensando
Quizás el debate de fondo sea más profundo: ¿queremos un nuevo manifiesto… o queremos recuperar el espíritu que hizo nacer el primero?
El Manifiesto Ágil fue un acto de rebelión y de búsqueda de sentido. Un grupo de profesionales que se cansó de los procesos pesados y quiso volver a poner a las personas en el centro. Hoy, en un entorno donde la agilidad se ha convertido en industria, ¿no corremos el riesgo de haber perdido parte de esa esencia?
Hablar de “actualización” no tiene por qué implicar sustituir el pasado, sino renovar el compromiso con lo que realmente importa: la colaboración, la entrega de valor, el aprendizaje continuo y el respeto por las personas.
Sabemos desde el Agile2025 que Jon Kern y Jim Highsmith ya anunciaron públicamente que están trabajando en una revisión del Manifiesto, llámese adaptación, actualización o anexo, y que, desde entonces, más voces de la comunidad internacional se han ido sumando a esta iniciativa.
Con el 25º aniversario del Manifiesto acercándose (febrero de 2026), y sabiendo desde el pasado Agile 2025 de Denver que al menos dos de los firmantes del manifiesto ágil ya están trabajando en una actualización, surge una pregunta que cada vez pesa más en el ambiente ágil:
¿Será este un momento simbólicamente perfecto para colaborar desde Agile Spain en esa nueva versión, reinterpretación o evolución colectiva del texto original en la que se está trabajando?
Y tú, ¿qué opinas?
¿Crees que el Manifiesto Ágil sigue siendo suficiente en su forma actual? ¿O piensas que ha llegado el momento de reformularlo para reflejar las nuevas realidades de nuestro tiempo?
Queremos abrir este espacio de conversación desde la comunidad, sin dogmas ni respuestas cerradas. Porque si algo nos enseñó la agilidad, es que el cambio constante no es una amenaza, sino una oportunidad para seguir aprendiendo juntos.00
